Busco motivos para seguir escribiéndote y no encuentro ni siquiera uno, en cambio, sé de muchos otros para dejar de hacerlo, hasta cierta peligrosidad en la acción.
Será la adrenalina generadora de necesidades en mi cotidianidad.

Vivir entre fantasmas

Estaba acostumbrado a que la gente desapareciera de la vida, con la misma fuerza categórica conque habían incidido.

De noche.

Entra en la cocina, la mesa limpia, los platos escurridos, abre la heladera, saca el agua que verte en un vaso, traga, siente como la frescura recorre el cuerpo, da media vuelta, se agacha, busca. Lo agarra, de acero inoxidable. El frio del metal clavándose primero en muslos, después en pantorrillas, parada sobre el mantel, ve caer su piel rallada, donde rojo surge, no vuelve a pasarlo. Ahora, camina pensando que al día siguiente, comerán fideos con mucho queso,  sabiendo que la piel brota de sus piernas, cubriendo todos sus músculos. 

¿Te duele?

Voy, Voy!!! Uno no puede siquiera alimentarse tranquilo, si existe un Dios en este puto planeta, espero que me dé un día de descanso.  Esos ignorantes, dicen que soy una “experiencia emocional (subjetiva) y sensorial (objetiva)” encima de todo desagradable. Desagradable es que a uno no lo dejen tranquilo en la vida y tenga que estar de un lado para otro transmitiéndose por el cuerpo, yendo y viniendo por los neuros transmisores ¿para qué? Para que me critiquen y estén el resto de su existencia tratando de hacerme desaparecer  ¿Por qué carajo siguió trabajando?

Hacé reposo, y el tipo muy vivo, no falto un solo día. A lo que yo como un idiota, por culpa de la estupidez del tipo, trabajo el triple. Ya no entiendo ¿Qué necesidad tiene este tipo  imberbe de molestarse en seguir yendo con el ignorante? Yo me tomo el trabajo de dar señal de alarma, esa es mi función, para que el muy piola siga con la vida loca. Pero eso sí: el tipo es re viril, se la pasa aflorando el órgano para transmitir su semen viciado, escaso en esperma y rico en podredumbre orgánica, y yo laburo lesionando su sistema nervioso, porque le estoy avisando, me falta ponerme la luz roja al estilo ambulancia. Y el muy burro se da con morfina, me atonta unas horas, y después a laburar otra vez, ni comer puedo amorfinado.

Custodiando mi memoria, están cuatro enanos

Amigos y enemigos son
de recuerdos y olvidos
cuatro enanos:
el uno elige, el otro opina
el tercero borra, el último guarda.
En mi mente están
estos cuatro bellacos.